Argentina: Perspectivas y retos en 2026

Vista de la ciudad de Buenos Aires, Argentina

La combinación de una mayor estabilidad política y apoyo externo ofrece a Argentina una ventana para profundizar su agenda de reformas en 2026. En este informe, destacamos los avances más probables, las oportunidades y los riesgos del mercado local.

Segunda fase de la transformación de Milei
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Milei entrará en 2026 con su posición política más sólida hasta la fecha, tras una victoria contundente en las elecciones intermedias que amplía sus opciones de coalición.

Es probable que las reformas estructurales —incluyendo las tributarias, laborales y de desregulación general— logren avanzar en 2026, incluso si lo hacen en una versión atenuada, respaldadas por un estilo de gobierno más colaborativo.

La estabilidad externa está anclada en el apoyo de EE.UU. y en operaciones de manejo de pasivos, mientras que la remonetización y la recuperación del crecimiento contribuirán a la acumulación de reservas. En conjunto esperamos que los fundamentales económicos de Argentina sigan mejorando en 2026.

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Escenario y expectativas

Argentina inicia 2026 con una administración que goza de capital político renovado y apoyo internacional. Tras algunos meses marcados por denuncias de corrupción y cuestionamiento de la gobernabilidad, el presidente Javier Milei cierra 2025 con una victoria decisiva en las elecciones intermedias, una mejora en las relaciones con EE. UU. y perspectivas macropolíticas más estables.
El año entrante contempla una segunda fase en la administración Milei destinada a transformar la economía argentina, enfocada en mejorar la gobernabilidad, impulsar reformas estructurales y reconstruir las reservas internacionales.

Política más sólida, gobernabilidad mejorada y reformas presupuestarias

Las elecciones legislativas de octubre reconfiguraron el panorama político argentino. La Libertad Avanza (LLA) obtuvo más del 40% de los votos nacionales para la Cámara de Diputados, superando ampliamente a los sectores kirchneristas, y logró una reversión significativa al ganar la Provincia de Buenos Aires tras haber estado rezagada por dos dígitos apenas semanas antes. El LLA también encabezó las encuestas en 15 de las 25 provincias, lo que da a la administración una amplia fuerza territorial.
Esto mejora notablemente la gobernabilidad. En la Cámara Baja alcanzar una mayoría mediante la colaboración con legisladores afines es ahora una posibilidad concreta. Adicionalmente, el umbral de un tercio requerido para defender medidas fiscales y bloquear intentos de juicio político fortalecerá la gobernabilidad en dicho recinto. En el Senado, si bien aún no hay mayoría para reformas profundas, la formación estratégica de coaliciones sigue siendo factible.
Milei está recalibrando su enfoque político. La retórica combativa de la «motosierra» ha sido sustituida por una estrategia más pragmática, y el nombramiento de Diego Santilli como Ministro del Interior subraya este cambio. La reputación de Santilli como un negociador hábil, con relaciones sólidas en varios partidos y provincias, podría resultar decisiva para la coordinación legislativa.
Los indicios tempranos sobre las perspectivas de reelección de Milei en 2027 también parecen favorables. La oposición peronista está fragmentada y carece de una figura unificadora; y si la economía continúa por la senda de crecimiento y desinflación, Milei ingresará al siguiente ciclo electoral desde una posición fuerte. Su agenda —disciplina fiscal, desregulación y reformas pro-mercado — está influyendo cada vez más en el debate político, incluso entre algunos líderes peronistas del interior del país.
El Gobierno está actuando con rapidez para aprovechar el impulso postelectoral. Las sesiones extraordinarias se extenderán hasta febrero, con el objetivo de priorizar el presupuesto 2026 y las reformas estructurales. La aprobación de un presupuesto —luego de dos años consecutivos gobernando sin uno— sería una señal sólida de normalización institucional.
Es probable que la administración tenga éxito. Es probable que se hagan concesiones a las provincias —como transferencias específicas para infraestructura o ajustes en la asignación de recursos— pero no anticipamos riesgos para el superávit fiscal de Argentina.
Las reformas continuarán después. En materia tributaria, es probable que el foco recaiga en reducir gravámenes distorsivos, simplificar el IVA, modernizar impuestos especiales y eventualmente revisar el esquema de coparticipación con las provincias. La reforma laboral debería orientarse a reducir los costos de contratación, aligerar cargas administrativas y fomentar el empleo formal. Es probable que la desregulación se siga llevando a cabo a través de medidas ejecutivas. Es probable que las reformas legislativas se vean diluidas por la negociación —principalmente con gobernadores en materia tributaria y con sindicatos en materia laboral—, pero su aprobación sigue siendo probable el próximo año.

Pagos de deuda externa: gestión activa de una apretada agenda

Argentina enfrenta un difícil perfil de vencimientos de deuda externa en 2026, con obligaciones por valor de 17 800 millones de USD:
- 8 400 mill. USD en bonos en divisas fuertes
- 4 300 mill. USD al FMI
- 4 200 mill. USD a organismos multilaterales
- 900 mill. USD a acreedores oficiales

El ministro de Economía, Caputo, está explorando exhaustivamente todas las alternativas disponibles para cumplir estas obligaciones y ha delineado una amplia gama de opciones de financiamiento —incluyendo el swap con China, apoyo de EE. UU., financiamiento de bancos internacionales privados y una posible reentrada a los mercados.
EE. UU. está jugando un rol históricamente activo en el apoyo a la administración Milei. En octubre, las autoridades estadounidenses intervinieron en el mercado de divisas argentino para comprar pesos, con el objetivo de estabilizar la moneda antes de las elecciones, y ampliaron una línea de swap bilateral a Argentina. Al mismo tiempo, las tenencias argentinas de derechos especiales de giro (DEG) —un activo de reserva internacional creado por el FMI que representa una canasta de divisas principales y que se usa para complementar las reservas oficiales de los países miembros y facilitar la estabilidad financiera global— aumentaron en unos 870 millones de USD, cifra casi equivalente a la caída vista un mes antes en las tenencias estadounidenses de DEG, lo que sugiere apoyo indirecto previo al pago de noviembre de Argentina al FMI.
Caputo también está explorando operaciones de administración de pasivos para suavizar los pagos en divisas. Informes de prensa señalan planes de recompras de deuda, canjes o repos con bancos internacionales orientados a reducir el pico de amortizaciones para 2026–27 mediante fuentes de financiamiento más baratas. La configuración precisa aún no está clara, pero la intención es ganar tiempo para acumular reservas.
Además, la caída en los diferenciales de la deuda pública argentina ha acercado al país al acceso a los mercados. El bono de referencia a 2035, con una duración de siete años, cotiza ahora en torno al 10-11%, un nivel que en el pasado hacía viables nuevas emisiones para otros mercados emergentes.

Reservas internacionales: intentos de reconstrucción

Existe un amplio consenso entre los inversionistas de que Argentina también debe acumular reservas desde niveles muy bajos, considerando que el país enfrenta unos 48 000 millones de USD en obligaciones externas hasta 2027.
Los responsables planean hacerlo mediante una estrategia de re-monetización. La base monetaria está en niveles excepcionalmente bajos, y a medida que el PIB nominal se recupere, la demanda de pesos debería aumentar. Esto da margen al banco central para comprar USD sin generar presiones inflacionarias. Se espera que ingresen divisas adicionales a través de emisiones corporativas y provinciales, mayor inversión extranjera directa y una cosecha agrícola más robusta a partir del 2T26.
Por ahora, el Gobierno pretende mantener las bandas de fluctuación cambiaria. Los funcionarios las consideran un ancla importante en una economía bi-monetaria, donde las expectativas pueden cambiar abruptamente. Si bien un régimen de flotación cambiaria plena sigue siendo el objetivo a largo plazo, las autoridades consideran que avanzar demasiado pronto podría ser desestabilizante. Creemos que cierta depreciación contribuiría a la competitividad, pero ya no es tan urgente después del ajuste cercano al 25% registrado a fines de 2025. El principal riesgo a corto plazo es que el peso toque el borde débil de la banda de fluctuación, lo que probablemente obligaría al banco central a intervenir y podría frenar la acumulación de reservas.

Crecimiento: de aterrizaje suave a reaceleración

La economía creció cerca del 6% interanual a principios de 2025, pero el consenso prevé una ralentización hacia el 2% a principios del próximo año, antes de volver a acelerarse hacia el 4% a finales de 2026. La bajada de las tasas de interés después de las elecciones ya está impulsando el consumo, mientras que una inflación relativamente estable está sosteniendo los ingresos reales.
El acceso de las empresas a los mercados mundiales debería impulsar la inversión, sobre todo en energía, minería y agricultura, tres sectores que siguen siendo estructuralmente fuertes y cada vez más centrales en el perfil exportador de Argentina. En conjunto esperamos que los fundamentales económicos de Argentina sigan mejorando en 2026.

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