Inversión de impacto Una estructura para impulsar la inversión de impacto y la filantropía estratégica

Nuestro nuevo informe se centra en la inversión de impacto, un enfoque clave para crear cambios medibles y sostenibles. Para proteger el planeta y reducir las desigualdades al mismo tiempo, la inversión de impacto, junto con la filantropía estratégica, es un potente motor de progreso, pero sigue siendo de alcance limitado y de pequeña magnitud. 

El éxito del crecimiento dependerá de la aparición de un conjunto más amplio de inversores y partes interesadas con formas similares de incorporar el impacto. Hemos presentado un marco que esperamos que pueda servir de modelo para las partes interesadas, resumido en tres verbos: definir, alinear, perfeccionar.

Según el Banco Mundial, el capital total dirigido a la inversión de impacto ha superado la cifra de 2 billones de dólares. La tendencia alcista se ha visto impulsada por la creciente conciencia de los retos que se avecinan, respaldados por principios como los de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas y puestos de manifiesto con los cambios en las actitudes y prácticas sociales y medioambientales de los consumidores, los gobiernos y las empresas. 

El nuevo enfoque de la filantropía estratégica puede contribuir a este esfuerzo abordando las causas profundas, centrándose en los resultados y supervisando y midiendo los impactos de forma sistemática. Sin embargo, tanto el alcance como la magnitud de la inversión de impacto deben incrementarse enormemente. Nuestro marco recomendado para abordar estas cuestiones y alcanzar la intencionalidad, adicionalidad y mensurabilidad se basa en tres principios clave: definir, alinear, perfeccionar.

En primer lugar, tenemos que definir las necesidades e identificar los recursos. El principio informativo primordial para los inversores de impacto es que los «límites planetarios», es decir, los límites que no deben cruzarse para que nuestra vida en la tierra sea sostenible, deben respetarse al mismo tiempo que se garantiza una calidad de vida mínima para cada ser humano. 

Creemos que la clave es destinar más capital a la inversión de impacto basada en resultados, un mercado que ha crecido un 12 % anual en los últimos cinco años hasta alcanzar en la actualidad 715 000 millones de dólares, pero que sigue siendo demasiado pequeño con respecto a los requisitos. Lograr estos objetivos también dependerá de un cambio de intenciones por parte de los consumidores, los responsables de las políticas públicas y los responsables de la toma de decisiones de las empresas.

En segundo lugar, los recursos públicos y privados deben alinearse con las necesidades sociales y medioambientales. La inversión de impacto y la filantropía están impulsando cada vez más la colaboración del sector privado con los gobiernos, pasando el énfasis de los accionistas a las partes interesadas con el fin de abordar las necesidades sociales y medioambientales de una manera más directa.

En este sentido, tres aspectos fundamentales son la intencionalidad, la adicionalidad y la mensurabilidad. La intencionalidad está pasando a la primera línea, ya que más inversores demandan estrategias con un propósito claro y objetivos inequívocos.

La adicionalidad implica una participación proactiva del capital para impulsar el cambio y asignar capital a oportunidades de impacto que hasta ahora han estado infrafinanciadas y que son capaces de generar rentabilidades financieras competitivas.

La mensurabilidad, especialmente importante para el principio de alineación, consiste en evidenciar claramente el impacto de las inversiones mediante el establecimiento de una base de referencia para la evaluación y la presentación de informes sobre los hitos y resultados específicos de un proyecto.

En tercer lugar, tenemos que perfeccionar estos esfuerzos y asegurarnos de que están totalmente dirigidos hacia el propósito. La interconexión de las iniciativas de impacto es crucial para lograr resultados coordinados, un impulso que requiere la colaboración de múltiples partes interesadas e inversores, que van desde gestores de fondos, fondos de pensiones y fundaciones privadas hasta oficinas de gestión del patrimonio familiar, inversores individuales y ONG.

También tenemos que reducir al mínimo los posibles conflictos derivados de las inevitables externalidades que produce cualquier actividad económica. No tener en cuenta metódicamente todas las consecuencias de una decisión de inversión pueden generar resultados sociales destructivos como, por ejemplo, cuando la eliminación gradual de los combustibles fósiles provoca desempleo y escasez.